La ciencia del placer: todo lo que deberías saber

Como bien sabes el cuerpo está lleno de sustancias químicas producidas por células nerviosas ubicadas en el cerebro encargadas de hacernos sentir millones de emociones, ya sean de felicidad, adrenalina, placer, excitación, incluso tristeza. En este caso, te hablaremos de la dihidroxifenilalanina, la responsable de que disfrutes y sientas placer cada vez que tienes encuentros íntimos, por ejemplo.

 

No obstante, hay una pregunta recurrente que debemos responder en la ciencia del placer y es ¿todos los placeres son iguales?, ¿es lo mismo que sientes con el sexo o la comida?, ¿el cerebro se comporta igual? De acuerdo a Morten Kringelbach, un neurocientífico que trabajó de la mano de la Universidad de Oxford en Reino Unido, afirma que "una de las cosas que descubrimos es que, cuando se trata de placer, parece haber un santuario interno de regiones del cerebro que son unitarias". Haciendo referencia a que las señales eléctricas al parecer son las mismas.

 

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Sabemos que la dihidroxifenilalanina, o también llamada comúnmente como dopamina, es la sustancia que se produce cuando disfrutamos una de las sensaciones más placenteras que puede experimentar el ser humano: los orgasmos. “Hay algunas de las cosas que nos gustan porque estamos programados para que nos gusten, como consumir alimentos, tomar agua y tener relaciones sexuales” le comenta a la BBC David Linden, profesor de neurociencia de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y autor del libro “El compás del placer”.

 

El sexo, una herramienta evolutiva

 

Cuando hablamos de placer relacionado directamente con el sexo, podemos decirte que el cerebro hace millones de asociaciones con la satisfacción e internamente suceden muchas reacciones que se vuelven unitarias. Es una emoción que se consolida de forma muy interesante y sorprendente. Y a pesar que los placeres se sienten diferentes, todo indica que son las experiencias las que nos hacen relacionarnos con lo que más nos gusta sentir.

Como te anticipamos anteriormente, sabemos que la dopamina es crucial. Pues si aumentamos la cantidad, así mismo se comporta el placer, lo único es que las millones de terminaciones nervios que se encuentran en nuestro cuerpo, como por ejemplo en los genitales, son un canal para potencializar cada uno de los sentires, y es por eso que la excitación tiene fases, así como lo indica Kringelbach.

 

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Primero viene la fase del deseo, de la atracción, de la contemplación y la química que te hace querer estar con alguien. Viene del anhelo y las ansias, sobretodo físico. En el intercambio de parejas, por ejemplo, influye mucho que la otra persona resulte atractiva para ti y viceversa, solo así podrá haber un encuentro donde el deseo es mutuo y desea ser saciado. Después de un periodo de gusto, no importa cuánto sea, viene el gusto, el poder degustar lo que habías querido. Finalmente viene lo que todos esperan, la saciedad, la satisfacción, el alimento del placer que, por medio de caricias, besos, penetración y demás formas de sentir excitación, vive el periodo de darle a tu cerebro lo que estaba esperando, esa dosis de dopamina que llega a niveles inexplicables.

 

No controles tu placer, déjalo que fluya

 

Algunos placeres son más que obvios y muy compartidos con otras personas. Sin embargo, en un bar swinger puedes encontrar diferentes personalidades y gente abierta de mente que se alinea con otros sentires. Como un sadista que infringe dolor o un masoquista que llega al orgasmo sintiéndolo.

 

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Lo que pasa es que a veces las personas se limitan mentalmente y temen a explorar nuevas formas de disfrutar del placer, pero solo hasta el momento donde eliminamos los prejuicios y somos capaces de aceptar lo que nos gusta, es que podemos definirnos. Sin embargo, eso no significa que debas probar algo con lo que no te sientes identificado, pero por ejemplo, si te llama la atención probar tener una relación swinger y ver cómo te va, es una buena idea para que te des cuenta si es lo tuyo.